Sergio Vinadé, músico y gestor del espacio cultural Las Armas de Zaragoza
Uno de los aspectos fundamentales a la hora de afrontar este tipo de espacios es tener claros los objetivos. En cualquier entorno de relación público-privado va a ser inevitable el conflicto entre rentabilidad y beneficio comunitario, y es por ello que debe de quedar clara cuál es la prioridad, y eso casi siempre lo va a acabar marcando el pliego de condiciones del concurso y el dinero que aporte la institución. Encontrar el equilibrio entre esas cuestiones es fundamental y muy difícil, porque rara vez coincide el proyecto con la realidad posterior.
En cualquier caso, y entendiendo que dichas circunstancias siempre pueden marcar un rumbo que no siempre es el correcto, es imprescindible marcar unas líneas de actuación que tienen que intervenir directamente en el tejido social y cultural. Si esto no se produce podemos incurrir en lo que particularmente creo que es el principal riesgo de este tipo de espacios; acabar en una dinámica de exhibición subvencionada que no tenga factores diferenciales con el resto de espacios/salas de la ciudad.
Desde mi punto de vista, el mayor de los retos al que debe dar respuesta este tipo de espacios es muy sencillo a priori; desde los diferentes puntos de vista de rodean al hecho cultural, es decir, el de músico, el de profesional del espectáculo, el de promotor, el de gestor o agitador cultural, etc… ¿qué me hubiese hecho la vida más fácil? Responder a esa pregunta con hechos es el deber de este tipo de espacios.
Como músico. Son muchos los problemas que un músico, ya sea autor, intérprete o parte de un grupo, tiene que afrontar, pero todo empieza por la propia consideración que el músico tiene de si mismo. La diferenciación entre músicos profesionales y amateurs es fundamental tanto legal como culturalmente. Este es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la profesión si queremos que sobreviva más allá de los que claramente saben en qué lado están. La formación que permite dar ese paso, no solo a nivel artístico sino profesional, es uno de los mayores problemas ahora mismo, y es el propio sector el que debería promover medidas para proteger y delimitar ambos ámbitos. Las necesidades son diferentes en ambos casos, así como la cobertura que este tipo de espacios han de dar, sobre todo en el tema formativo y en el de cumplimiento de las normas de contratación. Dotar a cada músico o banda de lo que necesita para fomentar su carrera, esa es la clave.
Como profesional del espectáculo. Cualquier espacio de estas características suele tener una parte formativa dedicada, no solamente a los músicos, sino también a los profesionales en los diferentes ámbitos del espectáculo y la cultura. Es además este aspecto uno de los más difíciles de encontrar en las diferentes etapas educativas y formativas en la educación reglada. Es muy importante dotar a estos espacios de herramientas que permitan dicha formación. El hecho de convivir con el día a día de la exhibición y la creación musical, es un factor diferencial muy importante en este tipo de capacitación tan específica, además de que estos espacios cuentan con los elementos prácticos fundamentales para el verdadero aprendizaje.
Como promotor o gestor cultural. Si bien la figura del promotor está muy bien definida en cuanto al nivel profesional, existe una figura bastante difusa y compleja que es la del promotor/gestor cultural amateur, o simplemente “agitador” cultural. Esta figura la hemos desempeñado casi todos en este oficio antes de convertirnos en profesionales y es uno de los grandes vacíos que nos encontramos y donde más útiles pueden ser este tipo de espacios. Ayudar a estos colectivos, en su mayoría jóvenes y/o sin recursos es fundamental. El acompañamiento en esta fase es crucial por dos motivos fundamentales. El primero, hacer posibles proyectos que casi siempre no tienen en cuentas factores de producción y de costes necesarios para poder realizarse. Y el segundo dotar de los medios y conocimientos necesarios para la futura autonomía de dichos promotores amateurs. Este ha sido uno de los puntos más gratificantes y productivos de nuestra experiencia en Las Armas, y que se ve reflejado sin duda en la realidad cultural de la ciudad, lo que es sin duda el objetivo de este tipo de espacios.
En cualquier caso, y más allá del procedimiento administrativo de concesión, es también fundamental un seguimiento por parte de la institución de todas las actividades realizadas en el espacio, y que dicha actividad sea complementada con otras en diferentes espacios de la ciudad que hagan que las actividades que allí se realizan tengan el impacto y desarrollo necesarios”.
Sergio Vinadé, músico y gestor del espacio cultural Las Armas de Zaragoza
- Pots trobar els articles resum d’aquest reportatge aquí: Com imagineu una Casa de la Música de Barcelona? (1ª part) i (2ª part)
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