Matías Kauppi, del colectivo Nook y gestor de los festivales Surpas y Norpas
La primera idea es intentar crear una manera no-piramidal, no-clientelista y no-cerrada (que no sé si lo contrario es abierta) de la gestión concreta. Según mi experiencia, lo mejor que se puede hacer aquí es no solo escuchar a los artistas, sino dejarles la batuta: que haya un artista, grupo o colectivo de artistas cada cuanto programando más o menos con las manos libres. Y que haya rotación, siempre, variedad de ideas, personas.
Y que la elección de estos colectivos o artistas que dirigen durante un tiempo esté a cargo de… allí está el problema, yo no tengo ninguna respuesta. Pero igual que propone David Van Reybrouck sobre la democracia deliberativa, ¿sería posible que la gestión fuera medio arbitraria basada en la lotería, medio experta, con una rotación asegurada cada medio año, por ejemplo? Allí creo que podrían nacer grandes fracasos igual que grandes triunfos de gestión colectiva, pero con la rotación asegurada, y así la gestión en sí se convertiría en un laboratorio abierto de experimentación. Yo creo que así la gestión cultural podría tener más protagonismo. E incluso un efecto sobre la evolución democrática de la ciudad.
Desde el punto de vista del Nook el foco siempre tendría que estar en lo outsider/experimental/friki/loser, pero en este tipo de proyectos claro que hay un baile entre lo popular y lo populista. Creo que una Casa de la música apoyada desde la institución pública podría incluso aglutinar los dos, para bien.
Y para ello, por último, quería destacar el valor del diseño del espacio – algo como arquitectónico de base, o interiorismo. En el caso del Zumzeig, por ejemplo, han creado un bar junto al cine que permite un contacto acogedor, inmediato, informal, y que según mi experiencia permite unos encuentros después de las sesiones para seguir hablando de los temas en cuestión. En cambio el bar del CCCB, por ejemplo, o el Monroe, el bar de la Filmoteca (concesión privada), son un fracaso, y en el caso del último, aparte de ser un amalgama de ganancias privadas y gestión pública bastante incomprensible, se convierte en otro espacio de postureo en el Raval en vez de una puerta de entrada al mundo del cine. Por eso propongo que la gestión del bar, de los espacios públicos y de entrada libre de la nueva casa de la música también contemple este aspecto: que no se haga en ‘guai’ en el estilo del bar de la Filmoteca, sino que sea más cerrado (sic.) para que sea un espacio más abierto (sic). Y que tenga unos precios populares, y también que te puedas sentar en las mesas sin consumir nada. Yo creo que es un tema importante, lo que puede hacer un bar popular con una programación atrevida.
Que la Casa de la Música de Barcelona sea un gran proyecto, y siempre, y sobre todo, acogiendo incertezas.
Matías Kauppi, del colectivo Nook y gestor de los festivales Surpas y Norpas
- Pots trobar els articles resum d’aquest reportatge aquí: Com imagineu una Casa de la Música de Barcelona? (1ª part) i (2ª part)
- I aquí pots trobar totes les opinions compartides.
Bien!! Desde horizontalidad, inclusividad y combinaciones originales,poder compartir espacios de creatividad y encuentro. Lejos del làtigo,violento o no,del consumismo o del exitismo. Karme
” (…) tres mil años después de las primeras metrópolis urbanas que exigieron formas nuevas de organizar la convivencia, dominación, en realidad, podríamos abandonar ya el látigo, hartos de sentirnos esclavos de nosotros mismos(…)” Joan Navarro