Por Joseba Acha
Los días 22, 23 y 24 de marzo estuve en Valencia participando en el grupo de trabajo “Abriendo espacios para la reacción y el desplazamiento” enmarcado en las jornadas Perifèries 11/12, que bajo el lema “Hacer de una práctica colectiva una experiencia común” buscan la reflexión en torno a ideas que no siempre se consiguen encajar: lo colectivo, lo compartido, lo público, lo común, el procomún,… Y nuestra posición en medio de esta situación: ¿Es viable aportar a la experiencia común desde lo colectivo?, ¿cuáles son nuestras armas?, ¿es el arte un campo de batalla adecuado para esta guerra?, ¿podremos mantener la independencia?
El grupo de trabajo, coordinado por Teresa Marín y Llorenç Barber, partía de la relación entre institución y práctica colectiva. Cuál es hoy el papel de la institución, cuáles son los espacios a ocupar por los colectivos independientes y cuáles son sus posibilidades de relacionarse con las instituciones sin ser asimilados. Tras una primera puesta en común se establecieron tres sub-grupos: metodologías, contextos y la tensión institución-independencia.
Iba a ser difícil extraer conclusiones sólidas en tres días sobre un tema tan amplio y en el que las implicaciones personales hacen difícil tomar distancia y conceptualizar. Pero el comenzar compartiendo preguntas e inquietudes bastante cercanas parece que ayudó a desviar las expectativas de “vamos a llegar a alguna parte” a “vamos a andar un rato juntos, seguro que algo aprenderemos”.
Superé mi inicial inclinación a sumarme al sub-grupo de metodologías y opté por el de institución frente a independencia. Los atascos y los callejones sin salida en las discusiones fueron frecuentes, y se quedaron sin desarrollar algunos aspectos como un mayor análisis de la parte institucional (en buena medida porque la experiencia vivida por buena parte del grupo había sido bastante convulsa).
Cuando el sábado por la tarde se hizo una puesta en común de los tres equipos de trabajo se pudo comprobar cómo existían muchos elementos comunes que se convertían en líneas para seguir trabajando:
- Cuando hablamos de trabajo colectivo o de la relación de colectivos independientes con instituciones podremos hablar de pertinencia, oportunidad o conveniencia, pero no de bueno o malo; debemos deshacernos de maniqueísmos.
- Los colectivos nacen para cubrir una necesidad o alcanzar un objetivo, se debe analizar constantemente la dinámica interna y el entorno para valorar si las acciones y estrategias siguen siendo adecuadas o deben reformularse e incluso si el colectivo como tal debe persistir.
- El aspecto emocional es clave. La generosidad y la confianza configuran las relaciones internas y externas de los colectivos y son el caldo de cultivo para el crecimiento de comunidades en torno suyo.
Así que podríamos decir que pertinencia, consciencia y afectos son las bases para conseguir que el trabajo colectivo sea viable y revierta en el procomún.
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