Per Cristina Tascón
1. No me gusta trabajar. Cuando despierto cada lunes por la mañana el mundo se me viene encima y pienso en lo que me quedó por hacer, o no hacer, durante el fin de semana. Durante el desayuno me acuerdo de Pepe Rubianes y la mofa sobre el trabajo en uno de sus monólogos. La gente va cantando alegre por la calle como los siete enanitos del cuento pero con sarcástica violencia. Así enfilo con un poco más de humor la bajada hacia el metro. En el metro tengo un trayecto largo en el que consigo abstraerme por completo con cualquier lectura. Cuando llego a mi destino, la sensación es parecida a la del lunes por la mañana. Intento estirar un poco más ese rato leyendo mientras camino, pero quien lo haya intentado, que somos muchos, sabrá que no es cómodo, y mucho menos práctico si además llegas tarde. Abandono la introspección del sueño y la lectura. Descargo los mails en la bandeja de entrada. Comienza el día.
2. Entonces, sin necesidad de psicodramas, pienso en mi família. Mi padre no amaba el trabajo. Lo hacía, como la mayoría, con resignación. Puedo equivocarme, pero dificilmente un obrero no cualificado puede amar el trabajo, y la paga era demasiado justa como para amar el dinero. Media vida, entregada sin pasión. Siempre puede ser peor, si, eso está claro.
3. Cuando un artista genera mucha obra en un periodo concreto de tiempo, o es una señal para no fiarse porque se entiende que no ha dedicado el tiempo suficiente a madurar las ideas o es un genio hiperactivo alimentado por su propio ego. Ego en el que, si lo ha hecho bien, nos reflejaremos. El hiperactivismo de algunos gestores culturales no es muy diferente al de algunos artistas, lleva implícito un ego sobredimensionado. No es que el trabajo les dignifique. Es que se sienten más atractivos.
4. La atracción hacia la personas activas, resolutivas, emprendedoras y extremadamente sociables además de políticamente correctas (con lo que se supone de falta de ideas políticas propias) comienza a cargarme. A la persona que trabaja lenta se la cuestiona. Lo importante es cuantas cosas hace. La cadena de montaje en una fábrica, salvando todas las distancias, no es diferente al trabajo en una oficina de cualquier empresa cultural, por ejemplo. La producción es lo que cuenta. Y parece que no aprendemos que la sobreproducción no nos ha traído nada bueno.
He pensado que este vídeo tiene mucho que ver con lo que dices: https://www.youtube.com/watch?v=GzCyXRkV12s
Molt d’acord amb que la hiperactivitat a la feina, no és l’indicador de la qualitat. A veure si ens sortim de les inèrcies de les xarxes socials han generat els darrers temps, que veneren la quantitat per sobre de la qualitat.
‘I like x1000′
La feina ben feta, s’ha de fer per sobre de tot bé. Si això demana més temps, cal que totes i tots prenguem consciència clara de l’efecte beneficiós, especialment els coordinadors i caps d’organitzacions productives, -i empreses per extensió-.
Les urgències són això: urgències irreflexives per tapar el forat de la canonada. Tantes vegades l’ haurem de tapar urgentment, que perdrem de vista el canviar la canonada. Una canonada que si hagués près el TEMPS necessari en el seu disseny i execució, no faria malbaratar el temps, diners i recursos dels/les que l’hauran d’arreglar contínuament a posteriori.