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Una primavera

Escrit el 26/11/2017 per Marta Vallejo a la categoria Una habitación libre.
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la primavera es como quizás una mano
(que cuidadosamente
sale de ninguna parte) poniendo
una ventana, que la gente observa (mientras
la gente fija la mirada
disponiendo y cambiando colocando
con esmero una cosa extraña ahí
y una cosa conocida aquí) y
cambiándolo todo con cuidado [1]

Una noche de 1933 Charlotte Beradt, comunista alemana judía, despertó en medio de una pesadilla recurrente que hacía tiempo que dormía con ella. Palpitante, a medio dormir y vigilante, Charlotte escribe que “esa noche, a diferencia de todas las demás, tuve el presentimiento que entre miles de otras personas, seguramente yo no era la única condenada a soñar esos sueños” [2]. Y empezó a tejer una red clandestina de recogida de sueños por todo Berlín, por toda la Alemania de Alemania y por la que huía hacia un mundo sin refugios. Entre 1933 y 1939 transcribió el relato de lo que pasaba por las psiques de sus congéneres. Primero encriptó el texto para proteger y protegerse, y más tarde sacó los manuscritos del país, justo antes de exiliarse ella y su compañero.

Pasados muchos años, viviendo en Nueva York y trabajando de peluquera y traductora al alemán de La condición humana de su amiga Hannah, Beradt se sentó a ordenar su antiguo archivo de 300 sueños soñados bajo el Tercer Reich. Dándole forma a su intuición dormida de los años treinta, escribió que “era necesario establecer una relación entre el mundo más íntimo de los sujetos y el mundo político, para suponer que podría haber sueños políticos inspirados no por conflictos en sus vidas privadas sino por (…) aquellos en los que se ha hundido el espacio público” [3].

Mi amiga M me había contado la historia de Charlotte cuando vivíamos juntas en Alejandría y nos contábamos los sueños con el café de la mañana. Estábamos convencidas, como Beradt, que soñamos sueños como sismógrafos de lo que el mundo (y el mundo político) nos hace. Un sismógrafo que entonces dibujaba mundos posibles en el Egipto de las primaveras con esquina rota. Hace unas semanas volví a soñar fuerte y en sobremesas de familias y amores constaté que no era la única. Así que empezamos a tomar apuntes de las escamas que se quedan en la orilla de la almohada al despertar.

Mi madre soñó que habían aparcado el coche en un viejo arroyo y que llegaba un tsunami por el retrovisor. Dormida avisaba a mi padre para que encendiera el motor y salieran pitando, pero él dormía la siesta y no había forma de despertarle. Desde el asiento del copiloto mi madre le sacudía cada vez más nerviosa, hasta que mi padre la despertó a media noche cansado de que su señora le diera collejas en sueños. L sueña tormentas en grandes casas encantadas dónde las cosas cambian de sitio y de forma si avisar. Y un terremoto muy seco que agrieta la tierra y resquebraja el territorio con una sola falla junto a la cual las caras de la política doméstica dan saltitos sin llegar a caer nunca al fondo. Yo soñé que quería ir a visitar a E que ya no vivía en Egipto sino en Eslovenia, y al planear las fechas del viaje descubría que mi pasaporte para ir a Eslovenia no valía nada sin un visado imposible.

Foto: Marta Vallejo, Zona Franca 2017

 

la primavera es como quizás
una Mano en una ventana
(cuidadosamente moviendo
hacia aquí y hacia allá lo Nuevo
y lo Viejo, mientras
la gente fija la mirada con esmero
moviendo una quizás
fracción de flor aquí y colocando
una pulgada de aire ahí) y
sin romper nada

Sin rigor ni aspiraciones, recolectar sueños tomados por las fuerzas naturales y burocráticas ayuda a mi tribu a mirar a contraluz la trama que se rasga y se teje no sólo en la ruptura de las calles sino también y sobre todo en el trasiego de manos oníricas por la despensa de nuestras cabecitas cansadas. Beradt se tomó las fábulas nocturnas de su libro como una revelación del impacto de la construcción política en nuestras psiques, pero también como una forma de conocimiento sobre los sujetos mismos y sus formas de procesar la realidad que viene.

Hace ya unas cuantas noches empecé a soñar una historia que se me ha crecido como un recordatorio o un amuleto. Soñé que al fin me decidía a hacer el running que todo el mundo hace por las mañanas y por las noches para ser mejores personas sanas. Recuerdo mis deportivas de color naranja y el estampado de mis mallas con constelaciones dibujadas en las piernas. Perfectamente equipada salgo a la calle y trazo mi recorrido con la inquietud de las agujetas que vendrán después, pero aún así empiezo a correr. Y no me sale. Mi cuerpo no sabe correr, no funciona. Porque cuando despego el pie del suelo para empezar la carrera, en lugar de correr, floto. Como saltando dentro del agua o como jugando a voleibol con un globo.

La sensación de mi cuerpo ingrávido flotando por los caminos del running se ha instalado en mi ánimo como si fuera un lugar, el sitio desde el cual actuar i pensar en vigilia. La trituradora de realidades que sucede cuando ponemos el cuerpo en reposo funciona sin prisas. Se mueve a partir de la energía sobrante del calambrazo después de haberte pasado por el cuerpo. No es el impacto urgente que redacta las noticias. Es la sacudida habiéndote atravesado y el recuerdo de la corriente entrando, pasando y saliendo y conectando. Visto así, podría ser que lo político del relato político fuera hacer un cadáver exquisito con el aparataje con el que asumimos la actualidad para hacerla futuro.

En el libro de Charlotte Beradt un hombre sueña; “está prohibido soñar, y sin embargo sueño” [4]. En ese gesto ínfimo vive lo político hecho una misma antes durante y después de la actualidad. Incluso cuando pierdes o cuando no pasa nada. Porque aún en silencio, asustadas o aburridas hilamos la telaraña de lo que nos está pasando. Una telaraña que no son los cuidados como palabrotas, sino que es el poder dormir para descansar para soñar. Para que, sin partirnos enteros, todo cambie como la primavera que todo lo transforma en mayo, en octubre, en enero. Sin romper nada y cambiándolo todo.

 

[1]     Traducción libre del poema Spring is like a perhaps hand de e.e. cummings

[2]     Charlotte Beradt, “Dreams under dictatorship”, Free world, NY, octubre 1943.

[3]     Charlotte Beradt, Rêver sous le IIIe Reich, Paris, 2004.

[4]     Charlotte Beradt, Rêver sous le IIIe Reich, Paris, 2004.


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