Desposeídos de la cultura, desposeídos de la sanidad, desposeídos de la educación, desposeídos de la propiedad, desposeídos de nuestro cuerpo, desposeídos de nuestra dignidad, desposeídos de nuestros derechos, desposeídos de otra posibilidad. La historia del capitalismo es la historia de una continua desposesión, la historia de una continua extracción de aquello producido colectivamente. Sin esa continua acumulación por desposesión, sin los decretos, rumbos institucionales y tácticas capitalistas para cercar y extraer renta de la producción social, el régimen de acumulación capitalista no podría mantenerse. Esa es la esencia de un modelo injusto en su origen e injusto en su desarrollo histórico. Si bien el presente habla por sí solo, viajemos un momento a finales del siglo XV para situar sus inicios.
La historia del capitalismo es la historia de una continua desposesión, la historia de una continua extracción de aquello producido colectivamente.
Es bien conocido cómo el paso de una economía feudal a una economía de base capitalista vino acompañado por un violento proceso bajo el que se expulsó a las clases campesinas de las tierras comunales, medio que constituía su principal fuente de supervivencia. Esto fue lo que Karl Marx describió en el El Capital como “acumulación originaria”, capítulo fundacional del capitalismo que dejaba patas arriba la supuesta “transición natural” que con tanta insistencia relataban los economistas liberales. A su vez, en el libro El Calibán y la bruja (Federici, 2004) la militante feminista Silvia Federici sitúa en el centro del análisis de la acumulación originaria las cacerías de brujas de los siglos XVI y XVII; la persecución y quema de mujeres que no querían aceptar su papel servil hacia el hombre fue tan importante para el desarrollo del capitalismo como la colonización y la expropiación del campesinado europeo de sus tierras. Como comenta Federici «la importancia económica de la reproducción de la mano de obra llevada a cabo en el hogar, y su función en la acumulación del capital, se hicieron invisibles, confundiéndose con una vocación natural y designándose como “trabajo de mujeres”» (Federici, 2004) . Desposesión y normativización de las tierras, desposesión y normativización de los cuerpos, desposesión y usurpación de otros modos de existencia.
Si volvemos al presente, queda claro que no hay que tomar ese momento como un episodio singular o como una nota al margen de los ciclos de acumulación capitalista. Los continuos procesos de cercamiento de tierras comunales, la devastación de territorios (tanto materiales como culturales), la larga cola de proceso coloniales y neocoloniales que arrastra el capitalismo, el endeudamiento ciudadano y la dilapidación de otros modos de vida son la base genética de un modelo que se sirve de la desposesión para perpetuarse. ¿Qué es la actual deuda ciudadana sino un claro ejemplo de la estrategia de desposesión capitalista? ¿Qué son los deshaucios y el brutal recorte en materia de asistencia pública sino una evidente guerra contra las conquistas sociales?. Esa es la principal lección que nos ofrece el geógrafo angloamericano David Harvey en su artículo El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión (Harvey, 2004). En este texto, Harvey pasa minuta de manera ejemplar a un modelo de producción basado en la pulverización de la existencia donde la desposesión no es un capítulo histórico y lejano sino un proceso en pleno curso.
¿Qué es la actual deuda ciudadana sino un claro ejemplo de la estrategia de desposesión capitalista?
Harvey nos cuenta cómo, desde los 70s, la etapa contemporánea del capitalismo ha padecido diversos procesos de sobreacumulación, es decir, la generación de continuos excedentes, tanto excedentes de trabajo (desempleo) como de capital (sobreabundancia de mercancías que no pueden venderse). Para sobrevivir, el capitalismo se vale de lo que Harvey denomina “ajustes espacio-temporales”, procesos por los cuales se traslada la crisis bien en el tiempo o bien en otros territorios, esto es, aplazándola temporalmente o desplazándola geográficamente. Una vez devastadas las posibilidades de un momento histórico o las capacidades productivas de un territorio, el capitalismo desplaza sus crisis para encontrar savia nueva bajo la que reproducir las mismas condiciones, iniciando así un nuevo ciclo de acumulación basado en la desposesión. Como nos recuerda Harvey, las diferentes fases del capitalismo se apoyan en la histórica y actual mercantilización y privatización de la tierra y expulsión de poblaciones campesinas; conversión de diversas formas de derechos de propiedad –común, colectiva, estatal– en derechos de propiedad exclusivos; supresión del derecho a los bienes comunes; transformación de la fuerza de trabajo en mercancía y la supresión de formas de producción y consumo alternativas; los procesos «coloniales, neocoloniales e imperiales de apropiación de activos, incluyendo los recursos naturales; la monetización de los intercambios y la recaudación de impuestos, particularmente de la tierra; el tráfico de esclavos; y la usura, la deuda pública y, finalmente, el sistema de crédito.» (Harvey, 2004). A esto hay que sumar nuevas maniobras de normativización y dominación sobre el cuerpo mujer, decretando qué puede o debe hacer, invisibilizando su condición productiva y limitando su autonomía.
Lo que es deseable no es un mundo sin mercados y sin derechos, sino un mundo sin capitalismo.
Es obvio que frente a este proceso hacen falta fuerzas opositoras que actúen de manera federada a escala mundial, movimientos de revuelta bajo los que imponer «una forma de globalización enteramente diferente, no imperialista, que enfatiza el bienestar social y los objetivos humanitarios asociados con formas creativas de desarrollo geográfico desigual por sobre la glorificación del poder del dinero, el valor del mercado accionario y la multiforme e incesante acumulación de capital a través de los variados espacios de la economía global por cualquier medio, pero que termina siempre por concentrarse fuertemente en unos pocos espacios de extraordinaria riqueza.» (Harvey, 2004). Difícil imaginar una propuesta política centrada en la justicia social y en la distribución de la riqueza que no centre su lucha en la abolición de este despiadado proceso de desposesión.
El derecho a la bancarrota, la desobediencia a la estafa financiera, la lucha de las clases desposeídas, la constitución de un movimiento de escala terráquea que tome como objetivo un régimen de existencia basado en la producción, conservación y gestión de los bienes comunes, esos son los objetivos políticos que deben movilizarnos hoy. Lo que es deseable no es un mundo sin mercados y sin derechos, sino un mundo sin capitalismo. Mercados que respondan a necesidades y no fijados como medios abiertos a la explotación y la especulación; derechos que sirvan para confirmarnos como una sociedad justa y no como pretextos para la desposesión. Lo deseable es la absoluta desaparición del robo institucionalizado como única forma de vida, el juicio a un crimen histórico que logra permanecer invisible y que el actual cambio de época no puede dejar impune.
Gracias por el artículo! Una cosita, el enlace a Harvey no funciona :( He encontrado otro enlace, por si a alguien le interesa descargarlo
https://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/social/harvey.pdf
gracias Elena :) era el mismo enlace, pero no tenía el protocolo https:// y no llevaba al link correcto. Ahora sí funciona.
Saludos
Grande Ruben, como siempre ;)
Única nota discordante (como siempre), pero no contigo, sino más bien con Harvey. La clave, creo, de la resistencia frente a los procesos de desposesión -básicamente por parte del capital finaciero, pero también del industrial- deben encontrar sus más firmes adversarios y oponentes en el marco local y nacional. El término “globalización”, mal lugar común para hablar de cualquier cosa y proceso socio-económico que se tercie, encuentra su fuerza y su dinámica causal a nivel global, algo nada nuevo sino que ya aparece a mediados del s. XVIII. Por contra, las luchas de resistencia (el movimiento de “protección social” del cual hablaba Polanyi) debe encontrar su fuerza y articularse a nivel local y nacional; a saber: resistiendo a procesos de desposesión reales del territorio, plantando cara a las fuerzas represivas nacionales y, en general, a las múltiples lógicas acumulativo-mercantilistas que arrancan desde el ámbito local.
Evidentemente una “federación global” de estos movimientos de “conservación/protección social” es deseable y, finalmente, estratégicamente necesaria, pero el primer eslabón en consolidar, forjar i articular, encuentra su potencial fuerza a nivel local, desestabilizando y atacando desde abajo esta “mal” llamada globalización global.
Por lo demás, la firmo todo. Seguim.
Gracias por el comentario Bru, pero no logro saber el papel de lo nacional en todo esto. Lo local, como dimensión territorial, como nodo a escalar y a su vez como espacio que absorva la lucha trasnacional, cuadra con lo dicho. Lo de marco nacional no lo veo. Por otro lado, sobre la globalización, en parte de acuerdo, pero Harvey, igual que con lo de “el nuevo imperialismo” los saca ya que son términos que se barajan (en los medios, en la literatura crítica..) de manera bien celebratorio (globalización) o bien borrosa (nuevo imperialismo). Situarlos en su análisis es parte de su aportación.
Buen artículo rubs, tres pequeños apuntes con animo de abrir debate. Si bien Marx argumenta que el cierre de los commons y la conquista de las américas son los dos pasos cruciales para que se de el proceso de acumulación primitiva/original, tanto Neeson como Moulier-Boutang, mirando censos y datos de este tipo sostienen que el cercamiento de los commons se puedo realizar con tal rapidez y facilidad pq efectivamente, muchos de los habitantes de los pueblos habían abandonado las tierras atraídos por la ciudad. La teoría de la acumulación por desposesión no me gusta especialmente pq roba todo sentido de agencia del sujeto. ¿qué pasaría si introdujéramos más ingredientes a una narrativa, que estoy de acuerdo que es elegante, pero más metafórica que descriptiva? Cómo entendemos la atracción de los campesinos por las ciudades y grandes metrópolis? Cómo se introducen las grandes migraciones hacia las ciudades previas a los procesos de cercamiento? En este caso narrativa y empiria no acaban de casar.
Por otro lado, como tenemos tiempo, me gustaría que intentaras conciliar la teoría de Harvey con otra de las personas que te gustan y sobre las que has escrito aquí, nuestro amigo Schumpeter. Harvey dibuja el capitalismo casi como una práctica de tierra quemada, arrasar con los bienes comunes, con la riqueza social, con las pequeñas rentas en pos de una gran concentración de capitales. Es cómo si el capitalismo sólo consumiera y no produjera. En cambio el viejo Schumpeter nos dice otra cosa, el capitalismo, a través de la destrucción de paradigmas, inaugura otros. Es decir, es generativo. El capitalismo también deriva rentas, genera formas de crecimiento, etc. Es decir, cómo introducimos la organicidad y el atractivo del capitalismo dentro de la visión Harviana.
Por último, me interesa una idea que formula Y Moulier Boutang en “La Abeja y el Economista”. El capital financiero, no se genera por desposesión porque es capital ficticio. El capital financiero especula sobre si mismo. Si bien es cierto que en el capital financiero se mezclan deudas, paquetes hipotecários, etc. gran parte de los movimientos especulan sobre posibles ganacias (futuros), por lo que no tienen correspondencia con bienes materiales. De nuevo, poniendo en crisis la idea de acumulación por desposesión.
Bueno, ya sabes, las grandes narrativas me parecen bonitas, pero no por ello útiles para analizar las cosas con más detalle…y aun no te he explicado lo del parásito ;)
Interesantes azotes Jaron. Todavía no he leído “La Abeja y el Economista”, de hecho, solo algunos trozos. Por eso te pido me resuelvas una duda: ¿Cómo se traduce de un movimiento hacia la ciudad que éste se hace bajo libre elección? ¿Cómo se concluye que efectivamente los campesinos se sienten “atraídos” por la ciudad? ¿En los censos pone que sonreían al marcharse?. Por otro lado, los procesos de cercamiento son previos a los protocolos legales que, por ejemplo en Inglaterra, llevó a cabo el Parlamento Británico dos siglos después del inicio de deposesión de tierras. En su libro “Los orígenes sociales de la Dictadura y la Democracia: Señor y Campesino en la Formación del Mundo Moderno”, Barrington Moore explica bien todo el proceso de crímenes, intereses mutuos y surgimiento de nuevas subjetividades mercantiles que se da entre pequeños terratenientes, campesinos, grandes terratenientes, clase feudal y la cada vez más decadente monarquía (en Gran Bretaña). Algo más complejo que el Poder robando al campesino, pero con un proceso de producción de nuevas disciplinas que los campesinos van asumiendo. Como seguro ya te debe sonar, un análisis con tintes Foucaultianos que es para mirarlo con lupa.
De Schumpeter comentaba en un texto anterior, pero para poner ciertas ideas suyas en crisis. Dicho rápido: el relato del capitalismo como un ser vivo –con sus crisis entendidas como gripes de las que sale reforzado– es una gaita. Eso, con datos muy concretos, es lo que pone patas arriba Harvey. El texto es un resumen de algunas ideas, los datos que da Harvey (que están en el texto original enlazado) es bastante claro sobre este tema. Creo que el tema no es “qué tiene de negativo y de positivo el capitalismo” sino qué naturaleza (originaria y como vemos cíclica) lo configura. Poco de metáfora o de elegancia tiene la desposesión.
Sobre esa relación de las finanzas con los “ajustes espacio-temporales”, un concepto central para no tomar la acumulación por desposesión como un hurto casual o como retórica más o menos resultona, también el artículo de Harvey da datos precisos. Como parte de los desplazamientos temporales de la crisis, la especulación del capital financiero sobre sí mismo alcanza materialidad tan pronto estallan las burbujas que produce. Que su fase primigenia no tenga relación directa con bienes materiales no quita del tablero el azote último que éstos van a recibir. Un caso de estudio: hoy.
ah, cierto, y lo de que “roba todo sentido de agencia del sujeto” pienso que es todo lo contrario! El diagnóstico es precisamente lo que abre más espacio para esa capacidad de acción.
Muy interesante a nivel de análisis histórico para entender dónde estamos, pero no veo la propuesta alternativa, el cómo hacerlo más allá de la lógica de lucha. Tratando de abrir una vía, quizá la cuestión sea re-pensar la idea de des-posesión, no desde la pérdida (o mejor, el saqueo), sino desde la renuncia (como acción politica) a poseer, para ‘poseer’ de otra manera. Despojarse de, en la línea de Allan Kaprow en ‘La educación del des-artista’. Copio unas frases: “Un des-artista es alguien involucrado en la tarea de cambiar de trabajo”, “Abandonar el arte es el arte”, “La tarea pues, es hacer, teniendo el pensamiento ‘arte’ presente, pero manteniendo la actividad tan alejada de la etiqueta ‘arte’ como sea posible”, “No-Arte es aquello que aun no ha sido aceptado como arte, pero ha captado la atención de un artista con tal posibilidad en mente”, “La ’obra’ como un hecho suspendido entre el no-del-todo-arte y el no-del-todo-vida”.
Gracias Richi. Sinceramente, lo que comentas no sé si lo pillo o igual me cae un poco lejos, seguro es una mezcla de ambas cosas. Veo claras alternativas en la lucha y no veo el problema en ello, vamos, que no dependerá de nosotros que esa lógica plantee alternativas (ya lo está haciendo). La desposesión, la mires como la mires y la llames como la llames no puede ser una “renuncia”, pero creo que me pierdo con Kaprow y me da en la nariza que su aportación tiene bastantes limitaciones en este terreno.
Sobre la idea de lucha, desde luego no digo no deba existir, sino que creo debemos plantearnos las formas en las que luchamos, bien para cuando menos ser conscientes de ellas, como para poder (o no) articular estrategias combinadas. En esta combinatoria, creo que además de lógicas de información, confrontación o negociación, es necesario (y creo que lo estamos haciendo entre tod*s) proponer alternativas prácticas en base a otros fundamentos, que a modo de proceso y prototipo vayamos testando, mejorando, ampliando, diversificando…
Sobre la renuncia, voy a la 1ª acepción de WordReference ‘Abandono voluntario de algo que se posee o a lo que se tiene derecho’ o a la definición de Wikipedia que se centra en el aspecto jurídico ‘El acto jurídico unilateral por el cual el titular de un derecho abdica al mismo, sin beneficiario determinado’. Para coger unas ‘cosas’, en ocasiones deberemos abandonar otras. A veces creo que luchamos por ‘cosas’ que ni queremos ni necesitamos. Viejos derechos que conllevan viejos deberes. No creo que debamos tener una actitud patrimonial, conservadora, derivada de la costumbre y la inercia (y muchas veces simplemente de modo reaccionario -lo que es su mayor victoria, someternos a su ritmo y agenda-), sino dedicar tiempo a pensar sobre ello de manera abierta al cambio, no para perder (más), sino al contrario.
Sobre Kaprow y la idea de DES-, no haría una lectura desde-hacia el arte. Bajo mi punto de vista tiene que ver con des-pojarse de algunas cosas, no para dejar de ser, sino para ser de otra forma, parecida, pero diferente. Des-montar estereotipos, paradigmas, fórmulas… Colocarnos en otro lugar, mirar desde otro lado o mirar hacia oros lados. Y no para apartar la mirada, sino al contrario.
Sólo un apunte: las tierras comunales, los “commons” antes de los cercamientos (o las tierras comunes españolas) ya eran las peores tierras, las menos productivas. Las oligarquías feudales ya se habían apropiado de las mejores. La condena a una agricultura de subsistencia venía también muy marcada por las servidumbres (corveas, impuestos) feudales. Así la desposesión tiene un origen anterior (que yo situaría en los campesinos libres colocándose bajo la protección de un rico propietario de una villae) y no sólo en los simbólicos cercamientos. Todo sistema de gobierno (o defecto) que no posea un estado regulador creará desigualdad, y está, como la entropía de un sistema, tiende a aumentar. Un sistema más o menos libre en lo económico tenderá a crear desigualdades, y estas aumentarán hasta alcanzar (una vez más de modo termodinámico) el estado más estable (cuando la codicia es el motor) que es la oligarquía económica. Nadie puede negar que es ahora mismo lo que estamos viviendo. Sólo un estado elegido, apoyado y participado por una ciudadanía responsable puede contrarrestar esa tendencia al desequilibrio del sistema, para no caer en ninguna de las “formas de explotación” de las que habla el marxismo clásico: esclavísmo, feudalismo y capitalismo.
Y perdonad la desmadejada sucesión de ideas que os acabo de dejar
Gracias por el apunte Enrique, como le comentaba a Jaron, los cercamientos (los protocolos legales) fueron posteriores al entonces ya consolidado proceso de expulsión, que durante décadas se dio sin arreglo a la ley (ya que no existía siquiera). Y sí, la economía feudal fue un período de brutal servidumbre y esclavismo, Federici es más prudente que Marx en este aspecto, aclarando que para nada busca mitificar una época altamente injusta, pero sí destacar las cuotas de autonomía política –de negociación con las clases dominantes– que conferían los commons. Federici también señala las subjetividades e identidades que se producían en comunidades de mujeres que gestionaban sus propias tierras. Esto es tremendamente importante. Borrar la posibilidad de otras formas de producir en comunidad, sí, pero también otras formas de significar el cuerpo mujer, otras formas que estaban presentes o latentes y que fueron eliminadas de raíz.
No entiendo la máxima de que “Todo sistema de gobierno (o defecto) que no posea un estado regulador creará desigualdad, y está, como la entropía de un sistema, tiende a aumentar” ¿Por qué? ¿No puede haber igualdad sin estado regulador? Lo mismo me pasa con lo de ” Sólo un estado elegido, apoyado y participado por una ciudadanía responsable puede contrarrestar”, no es que tenga tendencias minarquistas, pero creo que “El estado” supera la regulación o a la administración pública de ciertos recursos (sean estos impuestos, los servicios asitenciales que deberían derivar de ellos, etc.). Bob Jessop –entre otros– sitúa una noción de Estado no estático, un Estado no centrado en esa descripción que más o menos diría que es “aquello que administra un territorio”, sino como un proceso, como un espacio de poder rellenado por relaciones y tensiones entre élites locales y globales, poderes transnacionales, gobierno estatal, etc. Y, claro, fuerzas de resistencia, más o menos organizadas, más o menos federadas, con un planing más o menos robusto y estratégico. De esa correlación de fuerzas se determinará qué Estado se consolida o, mejor, si se empuja un proceso constituyente, un diseño institucional novedoso y una democracia certera. Y ese, con otras palabras, es el diagnóstico de Harvey que, por ejemplo, traza en esta entrevista de hace unos días en el periódigo Diagonal de manera bastante accesible https://www.diagonalperiodico.net/Es-posible-imaginar-una-fuerza.html
Federici, una neocomunista panfletaria, en su paternalismo reaccionario obsesionado con el miedo al desarrollo capitralista de los paises del tercer mundo, a la conformacion de una clase media, demoniza los microcreditos porque intoxica al buen salvaje subalterno y hace que “las mujeres se peleen entre sí”. asimismo, elude reconocer que lo que necesitan las mujeres es que se reconozca su derecho de autopropiedad corporal, y elude reconocer la ampliación de derechos debida al liberalismo. Asimismo elude reconocer que es ahora cuando las mujeres pueden controlar su natalidad y no son ya fabrica de mano de obra al servicio del clan, la comuna o la familia. Es el individualismo lo que ha salvado a las mujeres. Prueba de esta torticera manipulación semantica se llega a decir que los cuerpos de las mujeres estan cercados, sometidos a un cercamiento, en vez de reconocer que lo correcto es decir que estan nacionalizados, que sus cuerpos se usan al servicio del bien común -como sucede en los sistemas socialistas , por ejempo, la rumanía de cecaucescu, donde la natalidad era forzosa, o como sucede con el concepto marxista de emancipación, que consiste en aceptar “voluntariamente” que las prooias fuerzas, talentos y recursos personales son propiedad de la colectividad. En la moda por Federici late la obsesión con impedir que las mujeres sean autonomas, empresarias, propietarias de esto o lo otro, dueñas de su cuerpo y sus talentos, de su vida, y mantenernos a todos como celulas de la tribu-comuna ideal, una comuna que no se define como una asociación voluntaria dentro de una sociedad pluralista, sino como la expresión de una sociedad-estado unificada y monolítica .Sensu contrario, nada, salvo la politica estatista, impide pensar una sociedad minarquista de estado minimo que regula las relaciones entre comunidades voluntarias más que mínimas. La cuestión es si los neocomunistas aceptarán que su comunidad de comunistas sea eso, una comunidad voluntaria, un club obligado a relacionarse con otras comunidades, individuos y asociaciones dotadas de otros valores, bajo normas liberales
Reconoceran los neocomunistas el dereecho de, por ejemplo, una comunidad de montes o una cooperatiVA a hacer lo que quieran con su propiedad comunal sin injerencias de un centro estatal, o el comunalismo es solo un nuevo intento de reformular el viejo jacobinismo desde abajo? Harvey, un ultrajacobino, al menos tiene la sinceridad de reconocer como neoliberal el pluralismo jurisdiccional, la autogestion y la descentralización, y reconoce que solo el modelo de Bookim, una federación de mini-uniones sovieticas municipales (la misma distopia que defiende chomsky), identicas unas a otras, se acerca a su ideal..
Asimismo, se echa de menos un analisis de las tesis de felix rodrigo mora, el federici español en algunos aspectos, y un analisis de los procesos de desposesion y cercamiento y regulacion de la propiedad que ha habido en españa. pues esto no es GB, y por ejemplo en el norte, la izquierda y los comunistas jamas han tenido nada que hacer politicamente ante una sociedad de pequeños propietarios campesinos.
Buenas Troll (nunca pensé que me viera escribiendo este saludo!),
Me sorprende que vincules con tanta insistencia a Federici con un Estado centralizador que oprime a la mujeres, ¿Has leído “Calibán y la Bruja”?. La crítica de Federici al Estado –y a unos muy concretos, no dicho así, en abstracto– como interventor en las condiciones del régimen capitalista es abrasadora. Harvey no se queda corto tampoco, pero vamos, creo que hay muchos preceptos de los que partes que en ambas aportaciones son inexistentes.
En cualquier caso, me interesa un tema, por si te apetece comentarlo. A su vez, creo que esto nos pueda permitir entablar una conversación concreta y productiva, no digo que hasta ahora no lo sea, pero seguro podemos salirnos de los arquetipos, del trollismo ;). Cuando dices “elude reconocer la ampliación de derechos debida al liberalismo” ¿A qué liberalismo te refieres?. Es que luego dices “individualismo”, que sin duda es otra cosa, otra genealogía, otra narrativa, otra integración y expulsión de valores que, afortunadamente, no siempre coincide con el llamado, así, en general, “liberalismo”.
Decía ¿A qué liberalismo te refieres?
Contr Federici, item más: ¿qué problema tienen sus fans en que nazca un sector económico dedicado a los cuidados, tales como guardeerias o geriatricos privados, concertados o estatales, cuidadores autonomos profesionalizados, etc? ¿Acaso solo es valido el cuidado de los viejos y los niños si se hace dentro de una comuna-clan sin division del trabajo y con relaciones propias de una familia o de militantes camaradas, compuesta por todos los españolitos? Un moralismo que demoniza toda relación comercial, profesional o monetaria -incluidos los bancos de tiempo y el truque, por ejemplo- condenado a disolverse como una propuesta más. De ahí que le vean el lado malo a monetarizar los cuidados y no se pueda esperar de ellos un apoyo incondicional a un sueldo, o una exencion fiscal, para madres o padres o abuelos que asuman funciones que generen extrernalidades positivas o quiten carga de trabajo al estado, como la crianza. Ello conecta con esa obsesion paternalista por prohibir -abolir, le llaman- el trabajar por un salario, tipica del marxismo. Tampoco podremos esperar de la federici un apoyo a la legalizacion del trabajo sexual y a la monetarización de las relaciones sexuales: sus argumentos marxistas son los que usan en IU y desde el feminismo marxista para defender la prohibición del trabajo sexual.