Nací en una cama, me escondía debajo de una cama, amaba al lado, arriba y cayéndome de una cama, enferma postrada en cama. Insomnio, trabajo, lágrimas contenidas y desbordadas, sueño, sueños, leía, dos almohadas… una almohada…. leía, fumaba. Risas, películas, cerezas, tú, en una cama salía chillando de mí lo que más me aterraría… solo como puede aterrar lo que más se ama.
La clínica, de klíno, klima, kline, cama, camba, curva, juntura, articulación curvada, una pata.
Una pata que no sabe andar.
Sé que he caído dormida, porque me he dejado caer.
Algo de una lectura de estos días me ha traído a ‘la cama’ como un perro que escarba en su hoyo. Casi como por asalto me llegaba esta frase: “Preparar la insurrección entonces quiere decir no prepararla más. La única manera de preparar el futuro es no anticiparlo, no planificarlo, sino consolidar por sí mismas las formas de la disidencia subjetiva y las formas de organización de la vida en distancia del mundo dominante, es la auto-organización de la vida por gente común y corriente la que se opone al caos que caracteriza la organización de la vida por arriba”. Es en esta organización de la vida cotidiana por gente ordinaria, en sus modos ordinarios en donde es posible un activismo no planificado pero activo.
Si el activismo no se puede planificar pero tampoco puede querer decir dejar de actuar, entonces ¿qué puede querer decir actuar?
Cómo desdibujar las líneas que unen intención y acontecimiento.
Cómo desvincular las trayectorias de correspondencias entre acción y acto, sus arrugas que se nos hacen costra.
Cómo encontrar una fuerza similar a la que sale del hambre para salir de ese palpitar tan determinado y abrirnos paso entre los estrechos pliegues.
La cama.
Ni declive de la verticalidad ni elogio del estar recostado, sino lugar en donde lo que entendemos por acción explota literalmente. La cama es siempre un arco tensado por la abertura de la contradicción, punto en el campo de la experiencia en donde siempre se está amenazado por sus bordes y contenido por su encuadre, balanceo de cuerpos que no pueden sino estar al filo, retraso de un comienzo, distensión de un espasmo.
¿Es que mecer, comer, dormir pueden ser aquí entendidos propiamente como acciones?
Padecer estos mundos, lo pasivo, la pasión es la forma de ser que corresponde en la cama.
Otro modo de entender la pasividad, un modo de interrogar seriamente esa categoría sacrosanta que parece ser la acción del activismo y la creación.
… mientras tanto, los helicópteros que nos taladran por estos días, no dejan de repetir sus gestos
0 Respostes
Si vols pots seguir els comentaris per RSS.