Intervenció de Pedro Strukelj al 15è Fòrum Indigestió
Cuando llegué a Barcelona desde México hace 17 años, llegué sin saber qué era un botellón ni que era una chocolatada. Me sorprendió el nivel de institucionalización de estas dos prácticas de encuentro, cada una con sus códigos. Traje desde allá ropa de abrigo que no me sirvió, fotocopias de libros editados en Barcelona que no leí y también unos “diablos”. Los diablos son esas extensiones metálicas que se atornillan en las ruedas de las bicicletas para llevar a alguien más.
Cuando compré aquí mi primera bicicleta usada, el tipo del taller me dijo que estas piezas no estaban homologadas. ¿Cómo homologadas? De pronto descubría el mundo de lo homologado y lo no homologado. Me sorprendió sobre todo que hubiera un consenso tan amplio sobre el control de ciertos objetos y ciertas prácticas.
Pero los diablos aquí son normales entre los chicos que hacen piruetas en bicicleta. Por un lado hay una vigilancia consensuada y por otro lado hay un espacio normalizado, con su industria, pero también estigmatizado.
Pienso en la chocolatada como la forma homologada del botellón. Los caminos de la homologación, serían los de cualquier industria. Estructurada en una tabla de tiempos, con presupuesto, proveedores, comunicación, producción, y al final resultados de participación. Y me pregunto si es posible sacudirnos esta homologación de la chocolatada, es decir, de la cultura.
Creo que podemos hacerlo si atendemos a cambiar SU FORMA. Cambiar radicalmente su forma, no tanto sus contenidos.
¿Cómo hacemos?
Quizá a muchos no les guste tanto la palabra ‘tradición’, por el carácter de imposición que ha tenido por estas tierras. Pero si tratamos de buscar antes cómo era, o pensemos en cómo es quizá hoy en lugares menos industrializados, entonces podemos ver que cómo la cultura se manifiesta en ciertas formas de lo comunitario. En donde me gustaría destacar tres aspectos: EL FACTOR PRODUCTIVO, EL TIEMPO CONTINUO y LO IMPREVISTO.
Las formas de lo comunitario son formas híbridas de encuentro que cruzan lo productivo y lo simbólico. Digo productivo y no mercantil. Productivo en relación a la vida de las necesidades. Una cultura no como ocio o consumo del tiempo libre. -Porque está buenísimo ir a casa de un amigo a ayudarle a en una mudanza, y que eso sea una fiesta. Deshomologar la chocolatada en este caso sería reapropiarnos del encuentro en el tiempo de la labor, como los cantos de trabajo. Por ejemplo como lo hacen los amigos de Compartir dona gustet o Bordamos por la paz.
Otro factor es la continuidad. En este sentido me parece importante no priorizar las fórmulas del acto puntual, sea el festival masivo o exclusivo. Estaría bien poder pensar más en el tiempo permanente, cotidiano, sin cortes, considerando que lo masivo no es lo colectivo. Porqué no mirar las formas del tiempo que ya tienen por ejemplo los evangelistas u otras religiones, como el futbol. Se reúnen, cada semana, se encuentran, en el mismo sitio, se dan trabajo y apoyo, sostienen un tiempo continuo, generan una red temporal, sin cortes. En estos casos ni hay que hacer agenda, ni anunciarse en un suplemento los viernes o los domingos.
(Mientras escribía esto suenan petardos de alguna festa major)
Y el último factor es lo imprevisto. Pienso en una política que sostenga el encuentro y permita que sucedan desbordes. Que estas manifestaciones, objetos, procesos, relaciones, cosas, sucedan también en formas no definidas previamente: Formas abiertas, accidentes, cuestionando la idea de público, favoreciendo improvisaciones y cruces, y reconociendo los tiempos y los espacios de la participación colectivas. –porque ya están ahí. Y no necesariamente en el mundo asociativo. -Y además no coinciden con los tiempos de la industria cultural-
Volviendo a las bicicletas: los diablos son cultura porque pueden servir para transportar a alguien, cada día si es que surge. Lo útil, lo cotidiano y lo imprevisto.
LA POLÍTICA debería ser la responsable de dar FORMA a la vida, una forma abierta para que los CONTENIDOS sean definidos colectivamente. Pero sucede que la gestión pública administra unos CONTENIDOS porque las FORMAS están definidas previamente por la industria y su economía. Ahí es donde deshomologar la chocolatada viene a ser la lucha por liberar y reapropiarnos de las formas de la cultura.
Ahora, a modo de bonus track, van algunas notas que no entraban en los 5 minutos del formato forum.
- Pensemos en los bancos de tiempo acompañados de una estructura festiva productiva, abierta, pública.
- El ritual hoy es el tiketmaster.
- Cambiar la forma de producción, no es cambiar el contenido, es cambiar la forma.
- El sistema de bibliotecas es inofensivo porque la verdadera educación está en la publicidad.
- ¿Qué quiere decir que el espacio de la cultura es un espacio de conflicto? ¿Un conflicto de contenidos o un conflictote formas?
- Y una nota de Jon Beasley-Murray que posteaba Amador Fernández Savater desde México: “En términos abstractos, pero al mismo tiempo muy concretos y materiales, creo que debemos pensar la política, no tanto como la misión de educar a los demás y explicarles cómo son las cosas, si no como el arte de facilitar encuentros y formas hábitos que construyan cuerpos colectivos más potentes (multitudes). De construir otras formas de sincronizar y orquestar cuerpos y ritmos; otras lógicas prácticas y encarnadas.”
- També pots veure el vídeo del fòrum sencer.
- Un clip amb una galeria de fotos del fòrum (6:40 minuts)
Altres intervencions al 15è Fòrum Indigestió:
Marta Vallejo
“Els meus amics culturetes”
Judit Font
“Perquè defensar la renda bàsica des de la cultura?”
Roger Peláez
“Poder i ‘artilugis’ substitutoris”
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