Aquesta cita es publica originalment a Bagdadcafebcn
«En España en el periodo contemporáneo, se da una curiosa rotación entre períodos que podríamos llamar barrocos y períodos ilustrados. (…) Uno de estos períodos ilustrados corresponde sin duda, a la 2ª República española y, de modo muy concreto, a aquello que atañe a la cultura. Dábase la circunstancia de un florecimiento general de las letras y de las ciencias que pugnaba por sobresalir, rompiendo las estructuras conservadoras del Canovismo. Como todo período ilustrado éste fue un período esencialmente reformista; la burguesía española rechazó de plano la revolución. Intelectuales como Ortega, Marañón, Azaña, etc., al caer el régimen monárquico, se encontraron frente a frente con las exigencias del proletariado y de las dos posibles opciones, seguir el camino revolucionario que estas exigencias implicaban o contraerse al reformismo ilustrado, fue esta la que se siguió, a veces con tanta dureza como la famosa represión de Asturias. Pero el reformismo cultural lo ejercieron los ilustrados de la 2ª República, oficial y extraoficialmente, con continuidad y rigor. Partían del supuesto, siempre vigente, de que la ignorancia implicaba violencia, incomprensión y prejuicios y que sólo con la reforma de las Instituciones y la voluntad de la clase dirigente por cambiar las cosas, se podía lograr que el pueblo se cultivase. Sueño reformista que se ha repetido y se repite; la idea ilustrada de que educar es iluminar, arrojar luz sobre las inteligencias para que vean más claro, lleva consigo la quietud y la paz social. Idea que se repitió durante la República tanto por los intelectuales Orteguianos como en general por los que sobresalían en el ejercicio de la literatura, las artes o las ciencias.
Se produjeron a veces intentos limpios, ingeniosos, candorosos y seductores, como las Misiones Pedagógicas o los esfuerzos de los que componían la Barraca. Este reformismo burgués llegó, incluso, a impregnar a los partidos de izquierda, como el Partido Socialista, que también contribuyó a él, abandonando en muchos aspectos los principios revolucionarios de sus programas iniciales.»
Enrique Tierno Galván (1988) «Prologo». Eduardo Huertas. La política cultural de la segunda República española. Madrid. Centro Nacional de Información y Documentación del Patrimonio Histórico. p. 7
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