Nat 19 abr_04 José Luis Martín
Es inevitable hablar de los acontecimientos extramusicales que hemos vivido desde la última vez que nos leímos, y que han supuesto un hecho más que relevante en nuestra historia como colectivo.
Hemos asistido al patético final de un gobierno que accedió al poder de forma chabacana y garrula desde las tertulias televisivas más horteras y manipuladoras y que ha ido a sucumbir en otra dimensión de su imperio manipulador, la telefonía móvil, verdadera instigadora de una verdadera revolución pacífica que podríamos denominar la revolución de los SMS.
Cualquier revolución que se precie debe tener el objetivo de derrocar un régimen represor o manipulador, e imponer otro que, a priori parece menos malo y el tiempo deberá decidir si es así. Cualquier revolución que se precie, se organiza de forma espontánea, lo que ya en sí es toda una revolución o como mínimo una contradicción. Cualquier revolución que se precie es condenada por la gran mayoría o al menos la niegan como el Pedro de las narices al cristo de turno, aunque ya sabemos lo que acabó montando el dichoso Pedro y los que se apuntaron al carro.
En ésta sin embargo se mezcló de forma no casual la tecnología punta y la tradición más ancestral y podemos decir que se derribó el postulado político a base de móvil y cacerola, que fue al fin y al cabo la única música que se unió a esta revuelta callejera. Porque el mundo de la música una vez más, salvo en contadas excepciones, escondió la cabeza y sacó el culo, que es lo peor que se puede hacer. Naturalmente de esta forma no hay censura como la sufrida por la extraordinaria propuesta cultural y social que significó y significa el film “Hay motivo”, tampoco habrá contratiempos judiciales como los de Almodovar, etc…
Es curiosa esa máxima que yo mismo postulo de “La música no puede cambiar el mundo”, pero no deja de ser contradictorio que una base rítmica de cacerolas y demás utensilios caseros y la hortera sinfonía polifónica de millones de móviles consiguieran decirle a unos indeseables “Iros con la música a otra parte”.
Fíjate tú si ahora que es viejo y está podrido de pasta, le tenemos que dar la razón a Bob Dylan con aquello de los tiempos y los cambios.
PD. SMS: “Fuera soldados de Irak! No a la Guerra!”