Nat 5 gen_03 José Luis Martín
Comienza un nuevo año y volvemos a apuntarnos al carro de las buenas intenciones, ese que acumula todos los buenos propósitos que todos los años anteriores hemos prometido emprender y luego no hemos hecho: dejar de fumar, aprender inglés, aprender a tocar la guitarra, adelgazar, cambiar de curro, terminar los estudios que nunca debimos dejar, etc…
Sería bueno que, por aquello de empezar un nuevo año, hicieramos voto de bondad y prometieramos, por una sóla vez y sin que sirva de precedente: vamos a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Aunque el resto del año volvamos a nuestra rutinaria canción de “vamos a contar mentiras”.
Si lo hicieramos, podríamos decir que el Top Manta es una mentira como un templo, por lo menos para los catalanes, ya que sólo un escaso 2% del mercado pirata se centra en Catalunya, mientras que es Madrid la que se lleva la palma con algo más del 70% del mercadillo del ojo tapado. Obviamente, sucede como siempre, y cuando en Madrid les pica un escroto, los urólogos de Barcelona tienen la consulta repleta de aprensivos con neuras de cáncer de prostata. Posiblemente diríamos: “que les den morcillas y se preocupen de lo suyo”, aunque, por civismo, exclamaremos: ¡Qué pena!
Si hicieramos votos de sinceridad podríamos decir en público que nos importa un carajo que las multinacionales se hundan en la miseria. Es más, que incluso nos hace algo de tilín la idea. Que estamos cansados que nos cuenten los trabajos que se pierden por la piratería mientras que compran edificios para sus oficinas, o los directivos cobran más pasta que Tio Gilito por un episodio de Pato Aventuras. ¿Que ahora caen ellos y nos debemos de preocupar nosotros? Por qué no se lo preguntan a todos los que se han arruinado en tiendas de discos especializadas, cuando ellos decidieron que los discos se debián vender en las grandes superficies entre las colonias y los productos de droguería.
También diríamos que la AFYVE es poco más que un timo. Que 50.000 copias vendidas no son 50.000 primos/as que han comprado el disco del Enrique Iglesias nada más salir, que son las 50.000 copias que la discográfica ha puesto en las tiendas (perdón, grandes superficies). O podríamos sorprender a más de uno dando los precios de los colores en algunas emisoras de radio: “número 1, color Rojo, 2.000 €”; “Objetivo azul, promoción especial, ceder los derechos del tema”. O, por qué no, cuanto cuesta ser portada de alguna revista: “Paquete completo: portada, contraportada y artículo super-guapo= Medio kilito limpio”.
Qué divertido sería decir la verdad por unos días a principio de año. Que los recaudadores de la SGAE no entienden de música en la mayoría de los casos. Que los de promoción de las multinacionales odian a los grupos que tienen que vender. Que muchas veces se enteran que son suyos por el billete de embarque que les mandan. Que por escribir esta columna me van a vetar tres o cuatro de las grandes. Que me suda la p. porque la mayoría ya me han vetado antes. Que los jueves se distribuye la promoción para radios y te dicen lo que debes poner y lo que no debes poner. Que algunos periodistas venden los discos de promoción que les dan en la calle Tallers… es que sería para partirse de risa…
Ahora que lo pienso, si hicieramos eso, ¿sabes lo que pasaría? Que nadie nos creería, colega! Mejor no decimos nada, ¿no te parece?
